El pasado 23 de abril de 2022 se produjo un hecho inédito hasta la fecha en las cinco principales ligas de fútbol del continente europeo (las conocidas como “Big-5”, esto es: Inglaterra, España, Alemania, Italia y Francia): el Bayern de Múnich se proclamó campeón de la Bundesliga por 10ª vez consecutiva[1].

Este récord es una pésima noticia para el fútbol y el más claro ejemplo del gravísimo problema que está asolando no sólo a las Big-5 sino también a otras muchas ligas de nuestro entorno desde hace ya muchos años, y es el clarísimo y preocupante desequilibrio competitivo existente en el fútbol de hoy en día.

Lamentablemente este récord no es una situación aislada y exclusiva de Alemania, y así se comprueba si echamos un vistazo a los campeones de los últimos 10 años en las otras cuatro grandes ligas:

  • En Italia, antes de los recientes títulos del Inter y del Milán, la Juventus ganó 9 años consecutivos la Serie A.
  • En Francia pasa algo similar al país transalpino, y la hegemonía del PSG (8 entorchados de 10 posibles), sólo se ha visto rota en dos ocasiones con los títulos del Mónaco y del Lille.
  • En España, Real Madrid y FC Barcelona son los grandes dominadores del campeonato doméstico (con 4 títulos cada uno), y sólo el Atlético de Madrid ha sido capaz de romper este duopolio en dos ocasiones.
  • La excepción es Inglaterra, donde pese al reciente dominio del equipo de Pep Guardiola, hasta 5 equipos han levantado el título de campeones de la Premier en los últimos diez años: Manchester United, Chelsea, Manchester City, Liverpool y el inesperado Leicester City.

Salvo en el país de los inventores del fútbol, en el que históricamente ha habido una mayor alternancia de ganadores (de ahí que sea la liga que más interés despierta a nivel mundial), la realidad es que en el resto de grandes ligas europeas siempre ganan los mismos, y el 90% de los clubes saben antes de empezar la competición que no tienen ninguna posibilidad real de quedar campeones.

En una época en la que las opciones de entretenimiento se han multiplicado (Netflix, HBO, Twitch, Youtubers, otros deportes, etc.) la falta de equilibrio competitivo supone una gravísima amenaza para el crecimiento de la industria del fútbol, ya que cualquier competición en la que el ganador se conoce de antemano (o el título se reduce a una lucha de máximo dos o tres equipos) pierde todo el interés para la inmensa mayoría de los aficionados.

Incluso también para los aficionados de esos clubes dominadores, que llegan al punto de no celebrar los títulos porque sus victorias se convierten en algo corriente, en “lo normal”, sin que por tanto sean motivo de especial alegría.

Todo lo contrario ocurre en el deporte profesional norteamericano, en el que el equilibrio competitivo es el bien supremo a proteger. Porque los americanos, que de negocios entienden un rato, han comprendido desde el principio que para que la competición enganche al público, venda mucho y genere ingresos, tiene que ser una COMPETICIÓN de verdad.

Por ello un gran número de las medidas que adoptan como ligas (como el “salary cap” o el “draft”) van encaminadas siempre a lograr el máximo balance competitivo entre los clubes, a que haya una mayor rotación de ganadores, que es lo que en última instancia genera el interés en el aficionado.

Y a más interés, más dinero. La fórmula es así de sencilla, y los hechos no hacen sino darles la razón.

En la NFL, en los últimos 10 años ha habido 8 franquicias distintas que han ganado la Superbowl (sólo los New England Patriots del inigualable Tom Brady han repetido con 3 títulos). Y lo mismo pasa en la NBA, en la que hasta 7 equipos distintos han conseguido el anillo de campeones, y franquicias históricas como los Boston Celtics, los Detroits Pistons o los Chicago Bulls llevan desde 2008, 2004 y 1998, respectivamente, sin alzarse con el título.

Consciente de esta realidad, en su interesante documento «Making Football Truly Global” FIFA identificó el creciente desequilibrio competitivo (tanto en las competiciones de selecciones como de clubes) como uno de los principales problemas a los que debía hacer frente para el periodo 2020-2023.

Pero más allá de la progresiva limitación de los préstamos que entró en vigor el pasado 1 de julio, lo cierto es que poco se ha hecho por parte de los diferentes stakeholders para conseguir ese ansiado equilibrio competitivo.

En este artículo proponemos algunas medidas que podrían implementarse de cara a conseguir de forma efectiva ese objetivo:

Reparto equitativo de los derechos de televisión

Un mayor equilibrio entre los clubes participantes pasa necesariamente por lograr un mayor equilibrio en los ingresos. Y la principal fuente de ingresos de los clubes de fútbol es, con mucha diferencia, la derivada de la explotación de los derechos de televisión, a la que siguen los ingresos comerciales (patrocinios, merchandising) y el ticketing (abonos, venta de entradas y palcos VIP). Incluso en los grandes clubes la parte comercial supone ya mayores ingresos que los propios derechos de televisión.

En la mayoría de Ligas de nuestro entorno se ha impuesto la venta centralizada de los derechos de televisión, y los ingresos derivados de su explotación suelen dividirse en 3 bloques: uno (por lo general, el 50%) que se reparte a partes iguales entre los todos los clubes participantes en la competición, y los otros dos (aprox. un 25% cada uno) se reparten (i) en función de los resultados deportivos de las últimas temporadas y (ii) de la audiencia televisiva.

Como es lógico, con este sistema de reparto los clubes grandes acaban ingresando más dinero que los demás (ya que son precisamente los que siempre ganan y los que, por ende, más interés generan en el aficionado), lo que no hace sino incrementar el «gap» entre los clubes ricos y pobres.

Dado que es imposible competir con los grandes clubes en términos comerciales o de ticketing, la única forma real de equilibrar ingresos pasa por un reparto diferente de la única fuente de ingresos sobre la que sí cabe influir. Así pues, para lograr un mayor equilibrio competitivo todos los ingresos derivados de los derechos de televisión deberían repartirse a partes iguales entre los clubes participantes, lo que acercaría un poco a los clubes «pobres» a los grandes, y esos ingresos adicionales les permitirían acceder a más talento y así ser más competitivos.

Reducción de las plantillas de 25 a un máximo de 20 jugadores por equipo.

Aunque a primera vista ésta pueda parecer una propuesta ilógica (sobre todo si tenemos en cuenta la actual sobrecarga del calendario de partidos), lo cierto es que el problema no radica tanto en el tamaño de la plantilla, sino en cómo la utilizan los entrenadores

Es muy común que durante la mayor parte de la temporada los entrenadores empleen el mismo once inicial y hagan siempre los mismos 3 o 4 cambios, y las estadísticas demuestran que los entrenadores no necesitan plantillas de 25, ya que sólo utilizan un máximo de 18-20 jugadores de forma habitual.

Según datos de la consultora española Driblab correspondientes a la temporada 2020/2021, en el 80% de los equipos de las grandes Ligas hay 5 o más jugadores que disputan menos del 20% del total de minutos en Liga.

El caso más llamativo de todos es el del Liverpool, en el que hasta 13 jugadores disputaron menos del 20% de minutos, o dicho de otra forma: los de Jürgen Klopp le intentaron disputar el título al Manchester City prácticamente con tan sólo 12 jugadores.

A los reds le siguen el Bayern de Múnich (con 10 jugadores no habituales), el Milan (9), el Arsenal y el FC Barcelona (con 8 cada uno), y en la parte baja de la tabla tenemos a la Juventus y el Real Madrid (con 5) y al Manchester City (con 4).

El honroso título de club con más rotaciones de las cinco grandes Ligas lo ostenta el Levante UD, ya que sólo dos jugadores de los 25 que conforman la primera plantilla disputaron menos del 20% de todos los minutos de LaLiga.

Así pues, una disminución del tamaño de las plantillas no tendría ningún impacto práctico en los clubes, pues éstos ya están utilizando a día de hoy a menos de 20 jugadores con carácter habitual.

En su lugar esta medida facilitaría una mejor distribución del talento entre los clubes (que dejarían así de acumular buenos jugadores en el banquillo) lo que, a su vez, aumentaría la competitividad en todos los torneos, tanto nacionales como internacionales.

Eliminación de la limitación del número de jugadores convocables

Al reducirse el número de integrantes de la plantilla a 20, todos los futbolistas deberían ir siempre convocados a todos los partidos. Esta medida se ve reforzada con la aprobación definitiva por parte de la IFAB de la regla de las 5 sustituciones el pasado 13 de junio de 2022.

Aunque algunos argumentan que la regla de los 5 cambios beneficia a los grandes clubes (lo que iría claramente en contra del equilibrio competitivo), si la completamos con la eliminación del número de jugadores convocables tiene claros beneficios para la competitividad del juego:

  • Permite que los jugadores “titulares” descansen más;
  • Da a los entrenadores más alternativas durante el partido, lo que mejora la calidad del juego (los jugadores más frescos tienen más probabilidades de producir mejores actuaciones);
  • Se suprime el “castigo” de ver el partido desde la grada;
  • A los entrenadores les quita el problema de tener que hacer descartes, aliviando así posibles tensiones de vestuario;
  • Los “habituales del banquillo” se implicarán más si saben que 5 de ellos pueden jugar en lugar de sólo 3;
  • Y, por último, aumenta las posibilidades de que toda la plantilla sea alineada con regularidad (16 de 20 representa que el 80% de la plantilla tiene opciones de jugar, mientras que los actuales 16 de 25 sólo el 65%).

Supresión de la ventana de invierno de fichajes.

Otra de las revolucionarias medidas que contribuiría a una mayor balance competitivo sería la eliminación de la ventana de fichajes de invierno, para que los clubes no tuvieran la posibilidad de corregir posibles errores de la planificación estival ni de suplir a jugadores lesionados.

Así, si un equipo se equivoca fichando o tiene la mala fortuna de padecer lesiones durante la temporada, no podría buscar sustitutos para elevar o mantener su nivel competitivo, lo que daría más opciones a los otros clubes para obtener una mejor clasificación ese año en cuestión.

Y a mejor clasificación en el campeonato doméstico, más opciones de poder clasificarse para competiciones europeas, lo que supondría para los equipos “no habituales” la obtención de nuevos ingresos (tanto por su clasificación doméstica como por su participación en competiciones europeas) y, en consecuencia, la posibilidad de competir con los otros clubes en la obtención de talento para ser más competitivos, o poder destinar esos nuevos recursos a otro tipo de inversiones (fútbol femenino, formativo, instalaciones, etc.).

Limitación del número de fichajes

De la misma forma que el vigente Fair Play Financiero de UEFA no permite a los clubes gastar más de lo que ingresan en un plazo de tres años, también debería limitarse el número de fichajes que un club puede hacer durante un periodo determinado (por ejemplo, máximo 10 fichajes en un periodo de tres años).

Con esta medida los clubes ya no podrían fichar siempre y todo lo que quisieran (lo que contribuiría nuevamente a la distribución de talento entre clubes), y la posibilidad de corregir fichajes que resulten ser un fracaso se vería limitada, dando así más opciones a los clubes que hayan fichado mejor.

Alineación ilimitada de jugadores de categorías inferiores

Para contrarrestar todas las anteriores limitaciones, los clubes podrían alinear sin límites a los jugadores formados en sus equipos inferiores.

Esta medida sin duda alguna fomentará el trabajo de cantera y permitirá el desarrollo de los talentos más jóvenes que en una abrumadora mayoría de los casos nunca llegan a debutar en el primer equipo, ya que los clubes son más proclives a fichar fuera que a dar una oportunidad a los de casa.

A largo plazo, una mayor presencia de jugadores de la cantera haría disminuir la necesidad de los clubes de acudir al mercado, lo que podría redundar en una bajada de precios tanto de las transferencias como de las comisiones de agentes (a menor demanda, menor precio).

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Estas son sólo algunas de las muchas medidas que podrían implementarse para conseguir un mayor equilibrio competitivo que diera verdaderas oportunidades a todos los equipos de poder competir en igualdad de condiciones.

Si, como los promotores de la Superliga denuncian, hay que enganchar a las nuevas generaciones, debemos hacer del fútbol un espectáculo atractivo, y eso pasa necesariamente porque no siempre ganen los mismos, ni en las respectivas Ligas ni en las competiciones europeas.

De lo contrario, todos los aficionados por el fútbol (los nuevos y los no tan nuevos) inevitablemente acabarán perdiendo el interés y optarán por alternativas mucho más entretenidas que un deporte carente de emoción.

Ha llegado la hora de ser valientes, de pasar a la acción, de tomar medidas que de verdad revolucionen este deporte y permitan a todos los aficionados soñar con que nuestro equipo podrá de verdad ser campeón o clasificarse para competiciones europeas.

Necesitamos muchos más “Leicesters” en nuestra vida si queremos que el fútbol siga siendo el pasatiempo preferido del pueblo.

Toni Roca, Socio Fundador

#WeAreHimnus

21 de julio de 2022


[1] El Dínamo Berlín consiguió idéntica racha de 10 títulos consecutivos entre 1978 y 1988, pero por aquella época era la Alemania Oriental y no la Alemania que conocemos ahora.

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