El fútbol está lleno de momentos en los que la pasión deportiva se encuentra con la realidad legal. Los salarios y demás retribuciones no son solo cifras en un contrato; forman la columna vertebral de la confianza en una relación laboral. Y cuando surge una disputa sobre si un jugador ha sido debidamente pagado, la situación puede escalar rápidamente.

Un solo desacuerdo sobre un pago no abonado puede llevar desde conversaciones privadas hasta una queja ante la FIFA, y finalmente terminar ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). Eso es exactamente lo que ocurrió en la disputa entre Pharco SC de Egipto y el delantero de Sierra Leona, Moses Turay, resuelta en el laudo CAS 2024/A/10777 Pharco SC v. Moses Turay. Lo que comenzó como un desacuerdo sobre un único salario mensual se convirtió en una disputa legal significativa con consecuencias que afectaron a mucho más que al jugador y al club involucrados.

En julio de 2023, Pharco SC contrató a Turay con un contrato de trabajo de cuatro años por un valor global de 310.000 USD. El contrato detallaba claramente las obligaciones financieras del Club, con pagos mensuales debidos al jugador en fechas específicas.

Sin embargo, debido a las dificultades prácticas inherentes a los arreglos bancarios de jugadores extranjeros y las restricciones de divisas locales en Egipto, los salarios se pagaban en efectivo en lugar de electrónicamente. Esto significaba que los recibos físicos firmados por el jugador servían como el principal registro de pago. Si bien los acuerdos en efectivo pueden parecer inofensivos cuando la relación es armoniosa, se vuelven peligrosos cuando surge algún desacuerdo.

El pago de agosto se realizó en su totalidad, al igual que los pagos de octubre y noviembre. Sin embargo, el pago de septiembre pronto se convirtió en el centro de la tensión. El club presentó un recibo con la firma y huella dactilar de Turay, afirmando que el monto había sido entregado. Turay negó haber recibido dicho pago. Argumentó que la firma en el recibo había sido falsificada y que el club estaba intentando fabricar pruebas para eludir su responsabilidad. Sin transferencias bancarias o registros digitales, la verdad quedó enterrada en relatos contradictorios y un documento crucial.

Para mediados de diciembre de 2023, Turay ya había dejado Egipto y regresado a su país. Sus representantes legales emitieron un aviso de incumplimiento con fecha 1 de enero de 2024 exigiendo el abono de los salarios no pagados. Cuando el club no respondió de manera satisfactoria para el jugador, siguió con una carta de rescisión el 17 de enero de 2024, alegando justa causa para su salida anticipada. El jugador presentó una queja formal ante la Cámara de Resolución de Disputas (DRC) de la FIFA, que falló a su favor, aceptando su versión de los hechos y otorgando los montos no pagados más una compensación por incumplimiento de contrato.

Pharco SC no estuvo de acuerdo con la decisión y apeló al TAS. El caso tuvo que ser revisado nuevamente con un examen más exhaustivo de la evidencia. En el centro del debate legal estaba una regla sencilla pero poderosa: según el art. 14bis.1 del Reglamento FIFA sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores, un jugador puede rescindir su contrato por causa justa si al menos dos pagos salariales mensuales están pendientes en el momento de la rescisión. Este umbral existe para proteger la estabilidad contractual en el fútbol, asegurando que los jugadores no puedan marcharse después de un solo retraso a menos que haya otras faltas graves.

Todo en este caso dependía de si el salario correspondiente a septiembre de 2023 había sido realmente saldado. Si se pagó, solo un mes de salario podría considerarse pendiente en el momento de la rescisión. Eso significaría que el jugador no cumpliría con el umbral reglamentario para la causa justa.

El TAS examinó la evidencia forense y fáctica con mucho cuidado. El recibo presentado por el club no era simplemente una fotocopia: una firma manuscrita y huella dactilar fueron revisadas por un experto forense, quien confirmó que coincidían con las características de firma conocidas del jugador. Por su parte, el jugador insistió en que la firma había sido falsificada, pero no presentó una conclusión experta lo suficientemente fuerte como para desechar la evidencia del club. La falsificación es una acusación seria que requiere pruebas igualmente serias y persuasivas. En ausencia de dichas pruebas, el tribunal se vio obligado a aceptar el recibo físico como genuino.

Una vez establecido esto, las consecuencias fueron claras. El pago de septiembre fue considerado completado. Solo un pago salarial podía considerarse pendiente a la fecha relevante. Por lo tanto, la rescisión carecía de causa justa, lo que significaba que el jugador había incumplido unilateralmente el contrato. El Tribunal ordenó que, en lugar de tener derecho a una compensación, Turay ahora podría estar obligado a compensar al club, invirtiendo el resultado que inicialmente había encontrado la DRC.

el riesgo de los pagos en efectivo en el fútbol

Los aspectos procesales del caso también jugaron un papel importante. Algunas pruebas que se utilizaron en el TAS, como mensajes de WhatsApp y declaraciones de carácter relacionadas con el pago, no se habían presentado previamente ante la DRC. Esa omisión significó que se tuvo que aclarar adicionalmente la información a nivel de apelación. El Panel subrayó que los registros probatorios completos son fundamentales desde el principio: los profesionales no pueden suponer que las pruebas presentadas tarde recibirán el mismo peso que las pruebas presentadas durante la revisión inicial.

Esta disputa es un ejemplo claro de los riesgos involucrados cuando se utilizan sistemas de pago en efectivo en el fútbol profesional. En muchos países fuera de las principales ligas europeas, las limitaciones en las transferencias bancarias y los sistemas de control de divisas hacen que el pago en efectivo sea una necesidad práctica. Sin embargo, este caso muestra lo frágil que se vuelve la evidencia documental en ausencia de datos bancarios formalizados. Una disputa sobre un solo recibo —una firma— fue suficiente para determinar la responsabilidad de toda la ruptura de una relación contractual.

La lección clave es que la documentación determina los resultados. Los clubes deben ser meticulosos al preservar los recibos originales, asegurándose de que sus firmas sean contemporáneas y seguras, y almacenándolos en un sistema controlado que mantenga su integridad probatoria. Los jugadores deben asegurarse de retener sus propias copias y llevar un registro personal de toda la compensación recibida. No hacerlo crea oportunidades para la confusión y la vulnerabilidad legal. Otro recordatorio importante es que el tiempo importa. Los derechos de rescisión en el fútbol están estrictamente vinculados a los hechos en el momento en que expira el aviso. No importa si un pago se retrasa después o si una de las partes descubre algo después de irse.

El fallo refuerza que, aunque los sistemas de la FIFA y el TAS existen para proteger a los jugadores de la explotación, también protegen a los clubes de salidas prematuras que desestabilizan las competiciones y las finanzas. La estabilidad contractual es un principio clave de la regulación internacional deportiva. Los jugadores no pueden simplemente irse porque desconfíen de su empleador; deben cumplir con el umbral legal formal que se ha aplicado de manera coherente en el fútbol mundial.

De cara al futuro, este caso debería influir en mejores prácticas laborales en los mercados de fútbol en desarrollo. Los clubes pueden reducir disputas y sanciones al pasar hacia modelos de pago electrónicos trazables siempre que sea posible. Los jugadores y los agentes deben revisar cuidadosamente la redacción de los contratos con respecto a los mecanismos de pago, los procedimientos de notificación y la seguridad de la evidencia documental. Los abogados que asesoran en estos asuntos deben centrarse no solo en la teoría legal, sino también en las prácticas operativas que impulsan la credibilidad de la prueba.

El presente fallo arbitral sirve como un mensaje oportuno para los profesionales del deporte: la precisión legal es tan importante como el rendimiento atlético. El negocio del deporte no puede sobrevivir sin confianza y cumplimiento. Aquellos que respeten las obligaciones contractuales y la disciplina procesal protegerán su reputación, carrera y futuro financiero.

 

Adithya Thomas

Abogado deportivo junior

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