El diario ABC entrevista a Toni Roca

El diario ABC ha entrevistado a Toni Roca a raíz de la vuelta a los entrenamientos del Rayo Vallecano y el mantenimiento o no del ERTE en el que se encuentra el club.

Puedes acceder a la entrevista en este enlace.

Post publicado el 20 de mayo de 2020.

5 razones por las que LaLiga debería anularse

Desde que el pasado mes de marzo se acordara la suspensión de todas las competiciones futbolísticas, el mantra defendido por todos los estamentos, nacionales e internacionales, es que hay que terminarlas “sea como sea”, sin importar el cómo ni el cuándo: a puerta cerrada, en noviembre o en enero del año que viene.

Y este mensaje ha ido calando hasta convertirse en una suerte de verdad oficial que nadie se atreve a cuestionar, como si no hubiera alternativa posible. Pero, ¿y si la hay? ¿Y si reanudar las competiciones no es ni la única ni la mejor solución posible?

Vaya por delante que, desde un punto de vista egoísta, mi posición como abogado del fútbol obviamente es que la competición empiece ayer, porque al igual que la gran mayoría de españoles, la actual situación está teniendo un claro impacto negativo en mi actividad profesional.

Pero tras mucho valorarlo, y a la vista de cómo se están desarrollando los acontecimientos, honestamente creo que el “sea como sea” en un error, que no se dan las mínimas condiciones necesarias para que la competición se reanude, y que la mejor y más justa decisión sería anularlas todas y repetirlas desde el principio el año que viene.

Cinco son las razones de peso que, a mi entender, justificarían la adopción de esta medida:

1. Sanitarias

En primer lugar, hago mías las palabras del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, cuando recientemente dijo que “ningún partido vale más que una vida”.

Doy por sentado que si se reanudan las competiciones es porque las autoridades sanitarias han dado su visto bueno a que los partidos pueden disputarse con total garantía si bien, desde mi más profunda ignorancia sobre el tema, me parece que el riesgo de contagio va a seguir existiendo, por lo menos a corto plazo.

Y sólo la mera posibilidad de que alguna persona se contagie (ya no digo fallezca) o contagie a otras por iniciar las competiciones antes de tiempo debería ser motivo más que suficiente para plantearse seriamente si es el momento adecuado.

LaLiga, por su parte, ha desarrollado un protocolo de seguridad de 23 (!!) páginas con unas medidas tan estrictas como difíciles de cumplir. Pero más allá de su observancia (en especial por los clubes más modestos), la sensación que le queda a uno cuando las lee es ¿de verdad es necesario someter a futbolistas, cuerpo técnico, personal de club, medios de comunicación, familiares, etc. a todas esas exigencias? ¿no estaremos forzando demasiado la situación y corriendo riesgos innecesarios?

Si algo he aprendido estos años es que las cosas no hay que forzarlas, porque cuando lo haces, por regla general es porque no tienen que ser, y aquí es evidente que se está forzando a todo el mundo a volver a competir cuanto antes.

Adicionalmente a todas las medidas de protección relativas al coronavirus, la salud de los futbolistas también puede verse afectada al tener que jugar en pleno verano, con altas temperaturas y condiciones de humedad, incluso aunque se haga de noche. Si a eso le añadimos el hecho de que tendrán que jugar partidos cada tres días para poder terminar la competición a tiempo, el riesgo de sufrir lesiones aumenta considerablemente.

Y por último hay un tema no menos importante, que creo que está perdido de antemano: el de la imagen. Si el fútbol muchas veces se ha visto como un sector privilegiado de nuestra sociedad, creo que en nada va a ayudar a revertir esa impresión el que se permita a los clubes de 1ª y 2ª jugar al fútbol -un deporte por esencia de contacto-, mientras a los demás ciudadanos se nos obliga a seguir confinados, a guardar dos metros de distancia de seguridad con cualquier persona en la calle o a salir a correr con mascarilla.

¿Por qué no esperar a que empiece el fútbol cuando todos, profesionales o aficionados, podamos practicar deporte en las mismas condiciones?

2. De integridad

Salud aparte, el primer argumento empleado para justificar la reanudación de la competición es el de salvaguardar su bien más preciado: la integridad. Esto es, que la competición necesariamente debe empezar y acabar con unas mismas reglas y condiciones. O dicho de otra manera, no vale cambiar las reglas a mitad de partido.

Pero vamos a ser claros: la competición no se va a reanudar, la competición ha terminado, y cuando antes aceptemos eso mejor para todos. La integridad de esta temporada se ha visto afectada de forma tan grave que no queda más remedio que anularla, pues continuarla sería un fraude deportivo en toda regla.

Si finalmente los equipos vuelven a jugar (ya se está hablando para mediados de junio), no será la continuación de la Liga, será una competición completamente distinta, una nueva Liga de sólo 11 jornadas. Y lo será porque las condiciones no serán ni medianamente parecidas a las que se dieron cuando se jugó el último partido en marzo, entre otras cosas por estos tres motivos:

a. El estado de los jugadores: Los jugadores no están en el mismo estado físico que antes del parón. En junio habrán pasado más de tres meses desde que se decretó la suspensión, y cualquier persona que haya practicado deporte sabe que su estado de forma no es el mismo al iniciar la temporada (tras un parón tan largo) que tras treinta partidos de competición, cuando estás en pleno pico de forma.

No sólo el estado físico será distinto, es evidente que muchos de ellos no estarán en el mismo estado mental, sobre todo aquellos que hayan tenido la desgracia de perder a seres queridos por culpa del virus. Y no sabemos tampoco cómo les puede afectar el hecho de jugar sin tener la certeza de si pueden contagiarse o no, por más medidas de seguridad que se adopten por parte de LaLiga.

Y a nivel colectivo, es una realidad que los equipos tampoco serán los mismos que cuando se disputó la jornada 27. Los equipos venían con unas dinámicas (ganadoras y perdedoras) que se han esfumado. Habrá equipos que estaban prácticamente desahuciados a los que el parón les habrá venido fenomenal, y otros a la inversa, y eso es tergiversar la competición.

b. Jugar a puerta cerrada: Si la competición se reanuda, con total seguridad los partidos deberán jugarse a puerta cerrada, y ese es un elemento de vital trascendencia. La ausencia de público en las gradas es un factor tan determinante que, a mi juicio, desvirtúa por completo lo que queda de campeonato.

Por poner un ejemplo, no es lo mismo ir a jugarte el descenso (o las clasificaciones europeas) a un Bernabéu, Camp Nou o Wanda lleno a rebosar de público, con la presión que esos estadios ejercen, que vacío, y el equipo que vaya ahora estará en unas condiciones claramente más ventajosas que sus rivales directos que han jugado sus partidos con público en las gradas.

c. El calendario. Las prisas por acabar la competición cuanto antes (“sea como sea”), obligará a los equipos a jugar partidos cada 72 horas, incluso se hablaba de la posibilidad de cada 48 horas, aunque parece que esta última opción está felizmente descartada.

Salvo los grandes, la inmensa mayoría de equipos no están acostumbrados a jugar partidos cada tres días. Esta modificación del calendario supone una ventaja competitiva de los grandes frente al resto, habituados a jugar sólo un partido a la semana, y un nuevo cambio a las reglas pactadas al inicio de la competición.

Como vemos, no se dan las condiciones necesarias para que la competición pueda reanudarse porque su integridad se ha visto claramente comprometida, y cuando eso ocurre la única solución deportivamente justa es anular la temporada y repetirla de nuevo la temporada que viene.

Y una vez anulada en modo alguno cabe proclamar vencedores, descendidos o clasificados para Europa con la actual clasificación, pues queda un tercio de competición por disputarse (11 jornadas en Primera y Segunda, más Play-off de ascenso), y, como acertadamente decía “El Sabio” Aragonés, las ligas se deciden en los últimos diez partidos.

¿Alguien entendería que se proclamara campeón de un maratón al atleta que pasó primero por el km. 30? ¿O que se declare vencedor del Tour al que iba líder en la etapa 14 cuando aún quedan por disputarse los Pirineos y la contrarreloj individual decisiva? Pues lo mismo pasa aquí, por eso resulta más incomprensible que quien más debe velar por la integridad de la competición haga propuestas como las que hemos leído estos días sobre cómo terminar la 2ªB y la Tercera División, o la proclamación provisional de clasificados para competiciones europeas el año que viene con la vigente clasificación de la Liga Santander.

Habrá quien alegue que no es justo terminar la competición, que qué pasa con aquellos equipos que están ahora en posición de Champions o de subir a Primera. La justicia en el deporte sólo se gana cuando se termina la competición, cuando se cruza la meta, cuando tocas primero la pared, cuando metes el punto definitivo.

Y, a mi entender, a día de hoy nadie se ha ganado el derecho a nada, ni a competir en Europa, ni a descender ni a subir a Primera y, en consecuencia, nadie podría reclamar nada, tampoco ante los Tribunales, ya sean ordinarios o deportivos.

3. Económicas

Pero si de hablar claro se trata, la integridad de la competición pasa a ser un argumento secundario frente al verdadero motivo que subyace a la decisión de continuar la competición “sea como sea”: el económico.

Nos guste o no, hace mucho que el fútbol dejó atrás su romanticismo y se convirtió en una verdadera industria del entretenimiento que mueve miles de millones de euros cada año. Y ahí radica el quid de la cuestión. Se alega, no sin razón, que la anulación de las competiciones supondría pérdidas millonarias, y creo que esto es muy fácil de comprender, porque es exactamente la misma situación que estamos sufriendo todos los negocios de este país, cada uno en su medida.

La patronal estima en 678,4 millones de euros el impacto negativoque supondría el fin de la competición de Primera (610,9) y Segunda (67,5). De ellos, 549 millones corresponden a los ingresos de televisión, 88 a los abonos y 41,4 a las taquillas.

Dado que los partidos serán a puerta cerrada, las pérdidas de los abonos y taquillas son irrecuperables, se reanude o no la competición. Así que sólo quedarían las pérdidas correspondientes a los derechos de televisión, que suponen el 80% del total.

El gran talón de Aquiles del fútbol profesional es su alta dependencia de esos derechos, que para algunos clubes supone hasta el 90% de su presupuesto anual. Eso no pasa en ningún otro negocio (o diría que en pocos), y que tu supervivencia dependa exclusivamente de que no te falle un único proveedor supone un riesgo altísimo, como estamos viendo estos días.

Pero, irónicamente, esta debilidad de los clubes puede ser al mismo tiempo su tabla de salvación por una sencilla razón: clubes y operadores se necesitan mutuamente. Los clubes necesitan el dinero de las televisiones para mantener los altos salarios de sus jugadores y poder seguir fichando, y éstas a su vez necesitan ligas fuertes, con grandes equipos y con los mejores jugadores, porque de lo contrario ese producto por el que tanto han pagado se devalúa y, si eso pasa, muchos aficionados no estarán dispuestos a pagar la suscripción al Bein o al Movistar de turno, y menos ahora que las familias van a mirar todos los gastos con lupa.

En otro orden de consideraciones, no paran de llegar mensajes apocalípticos de que la cancelación de las competiciones supondría una “avalancha de demandas” por parte de los operadores. A mí personalmente me cuesta creerlo, pienso que al final del día todo se reduce a un tema de pura negociación, en el que ambas partes tienen que ser conscientes de que deben perder ahora si quieren seguir ganando juntos por muchos años en el futuro. En el actual escenario, ¿por qué no plantear a las teles que paguen parte de lo pendiente por esta temporada, aunque no finalmente se juegue, y que lo restante se deduzca de los pagos acordados para los siguientes años, por ejemplo? Si se está haciendo en otros sectores, ¿por qué no en el fútbol?

Y no perdamos de vista la parte positiva de esta situación, que siempre la hay porque, como suele decirse, toda crisis trae consigo oportunidades. En este sentido, y siempre que, como digo, las teles ayuden a minimizar las pérdidas de los clubes, podemos estar ante una magnífica ocasión para que el fútbol se reordene y vuelva a parámetros normales en lugar de la espiral de cifras astronómicas en que hemos vivido en los últimos años.

Y luego hay otra consideración que nadie parece estar teniendo en cuenta. Si esta temporada se termina “sea como sea”, es bastante probable que la que viene no será una temporada normal. Igual tenemos que plantear una Liga a una sola vuelta, o Champions sin fase de grupos, para que dé tiempo a que se celebre la Eurocopa de 2021. A estas alturas nadie lo tiene claro.

Y si hacemos una Liga a una vuelta, entonces las televisiones querrán pagar el 50% de lo acordado, pues el producto contratado se reduce a la mitad, de 38 a 19 partidos. Entonces qué es mejor, ¿perder el 30% de los ingresos hoy o el 50% mañana? ¿asumir que esta temporada tiene que anularse, pero tener una temporada completa el año que viene, o tener dos malas temporadas?

4. Jurídicas

La cancelación de las competiciones en este momento también traería consigo otra ventaja que no se valora lo suficiente, y es que, en un momento de incertidumbre como el actual, aportaría seguridad jurídica, evitando así multitud de pleitos futuros a todas las partes, con el ahorro de costes que ello supone.

Todas las dudas sobre qué pasa con los contratos de los jugadores a 30 de junio desaparecerían. Ya no sería necesario negociar para prorrogar esos contratos o las cesiones, ni modificar la normativa federativa deprisa y corriendo. Tampoco haría falta modificar los periodos de fichajes, ni la duración de las temporadas.

Se ahorraría muchísimo tiempo y energía en las cientos de reuniones que los grupos de interés están llevando a cabo planteando todos los escenarios posibles para acabar la competición “sea como sea”, redactando protocolos de seguridad asfixiantes, modificaciones reglamentarias de última hora, negociando modificaciones contractuales…

Personalmente creo que cuanto antes aceptemos la situación y centremos nuestras energías y esfuerzos en trabajar en la temporada 2020/2021 mejor para todos. Anulemos la temporada ahora, no pasa nada, y que a partir del 1 de julio se permita a los clubes fichar de nuevo, aunque sean cambios de cromos o cesiones gratuitas, y así se genere expectativa e ilusión en la gente de cara a la próxima temporada. Miremos adelante en lugar de empecinarnos con el presente.

5. El mensaje

El último gran argumento que se utiliza por la industria es que, si volviera el fútbol a las casas, aunque sea a puerta cerrada, eso daría esperanzas a la gente, porque significaría que se está volviendo a la normalidad.

¿Pero yo me pregunto, qué normalidad hay en celebrar partidos a puerta cerrada? ¿Tiene sentido proyectar películas en cines vacíos? ¿O representar obras de teatro sin público en la platea?

Con el fútbol pasa exactamente lo mismo, el fútbol a puerta cerrada (y con todos encerrados en casa) no es fútbol, porque su razón de ser está precisamente en el espectador, en el aficionado, y en poder compartirlo con los tuyos.

Porque, ¿de qué me sirve que mi equipo juegue si no puedo celebrar los goles con mis compañeros de tribuna o abrazarme en el bar con mis amigos?

¿De qué me sirve que mi Mallorqueta (ojalá) consiga la permanencia en Primera si luego no voy a poder celebrarlo con miles de aficionados en la Plaza de las Tortugas? Y a esos aficionados del Athletic y la Real, ¿de qué les sirve ganar una Copa histórica si no van a poder presenciar el momento?

¿De qué sirve reanudar la competición si cientos de aficionados de este país (médicos, enfermeros, policías, etc.) no tienen tiempo ni de mirar la tele, porque se están dejando la piel para salvarnos la vida a los demás, y otros tantos porque están ingresados debatiéndose entre la vida y la muerte?

¿De qué le sirve ahora el fútbol a esas decenas de miles de familias de este país que no van a poder celebrar un gol con sus abuelos, padres, hermanos o hijos fallecidos?

Seamos responsables y no vendamos normalidad donde no la hay por ningún lado. Demos tiempo a que la gente se recupere, a que sane y recobre la alegría (y el bolsillo), pero no impongamos una falsa sensación de normalidad deprisa y corriendo, “sea como sea”.

Y para mí lo más importante por encima de cualquiera de los otros cuatro motivos: en estos momentos históricos de crisis que nos ha tocado vivir, los mensajes son más importantes que nunca. Y el mensaje que el fútbol está trasladando al aficionado es que no te necesito para nada, no eres importante, el show puede seguir perfectamente sin ti, lo único que me preocupa es cobrar de las teles y perder el menor dinero posible, ya luego si eso te preguntaré qué tal estás y si te vas a abonar el año que viene. 

Y esto es precisamente lo último que necesita la gente. El aficionado no sólo quiere escuchar la frase tan manida estos días de que “esto lo vamos a superar juntos”, tiene que saber que es verdad. Necesita sentirse arropado, querido, escuchado, necesita saber que su club no le va a dejar tirado en el momento más difícil que a muchos nos ha tocado vivir. Hoy, más que nunca, se necesitan hechos y no palabras que se las lleve el viento.

Sé que muchos me tacharán de idealista, iluso o incluso ignorante, pero creo que el fútbol está ante una oportunidad histórica para dar un paso al frente, para decirle al aficionado “sé que lo estás pasando muy mal, pero no te preocupes, porque no vamos a empezar sin ti. Compartimos tu sufrimiento, que también es el nuestro, y por eso no jugaremos hasta que tú no estés en tu estadio, en tu casa. Porque tú eres nuestra única razón de ser, y sin ti nada de esto tiene sentido”.

El fútbol seguirá existiendo sólo si existe el aficionado. Y ahora mismo, lo que el aficionado necesita escuchar, simple y llanamente, es #YOSINTINOJUEGO.

Toni Roca

Football Lawyer

La situación de los jugadores que acaban contrato el 30 de junio

La situación de los jugadores que acaban contrato el 30 de junio

En el día de ayer, IUSPORT informó de las medidas que FIFA [1] está estudiando para hacer frente a la actual crisis del Coronavirus que tanto impacto está teniendo en la industria del fútbol, entre las que se encuentra la modificación del calendario, así como la posibilidad de realizar modificaciones temporales al Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores para proteger los contratos de jugadores y clubes y para ajustar los actuales periodos de inscripción.

Como es por todos conocido, una vez que UEFA acordó el martes aplazar la Eurocopa [2] a 2021, el objetivo principal de todos los grupos de interés pasa porque todas las competiciones que actualmente están suspendidas, tanto nacionales como internacionales, puedan terminarse antes de que dé comienzo la temporada que viene, si bien en el actual contexto de incertidumbre resulta muy aventurado prever si podrán reanudarse y, de ser así, en qué condiciones.

Muchos son los interrogantes y desafíos a los que tiene que hacer frente el sector en las próximas semanas, todos ellos con un incalculable impacto económico, pero también con un evidente trasfondo jurídico que hace prever que cuando todo esto termine (esperemos que pronto) probablemente asistamos a una cascada de reclamaciones por los tenedores de los derechos de retransmisión, patrocinadores y socios y aficionados, por poner sólo unos ejemplos.

En este artículo nos centraremos en un aspecto muy específico de la extensa problemática que rodea al deporte rey: el de los jugadores que acaban contrato el próximo 30 de junio.

La situación actual

Según establece el artículo 6 del Real Decreto 1006/1985, de 26 de junio, por el que se regula la relación laboral especial de los deportistas profesionales [3], “La relación especial de los deportistas profesionales será siempre de duración determinada, pudiendo producirse la contratación por tiempo cierto o para la realización de un número de actuaciones deportivas que constituyan en conjunto una unidad claramente determinable o identificable en el ámbito de la correspondiente práctica deportiva”.

Aunque la lógica finalidad de todos los clubes al contratar a un futbolista es extender la relación laboral hasta el fin de una determinada temporada deportiva, en la práctica todos los contratos indican siempre como fecha de finalización de la prestación de sus servicios el 30 de junio, coincidiendo con el fin de la temporada deportiva en España [4].

En consecuencia, en aquellos casos en que el contrato llega a su fin por expiración del tiempo convenido (30 de junio) cesan las obligaciones del club de seguir pagando su salario al jugador y de éste de entrenar y jugar con aquél, de modo que pasa a convertirse en “agente libre”, lo que le habilita para firmar un nuevo contrato laboral con cualquier club que desee.

Problema

En el actual escenario (asumiendo que, de reanudarse, las competiciones finalizarán más allá del 30 de junio), se presenta un importante problema siempre que las actuales fechas de la ventana de fichajes de verano no se modifiquen: en teoría los jugadores que acaban contrato podrían ser inscritos con otro club cuando se abra la ventana de traspasos [5] mientras se está disputando la presente temporada, supuesto este sin precedentes hasta la fecha.

Y si los periodos de inscripción finalmente se retrasan (como parece va a acordarse) se genera un nuevo problema no existente en este momento, por cuanto aquellos jugadores que terminen contrato el 30 de junio y no quieran renovar con su actual equipo seguirán siendo agentes libres el 1 de julio y, si no se les permite inscribirse en ningún equipo hasta la apertura de la ventana en la fecha que finalmente se acuerde, quedarán temporalmente en una suerte de limbo, con el claro perjuicio económico y profesional que para ellos supondrá el no poder desarrollar su actividad laboral durante todo ese tiempo (que bien podría ser hasta agosto o incluso septiembre) y el disponer de menos tiempo para buscar nuevas oportunidades de trabajo.

Por ello, en la decisión final que adopte FIFA deberán ponderarse dos intereses fundamentales: (i) por un lado, la preservación de la integridad de la competición y, (ii) por el otro, el debido respeto a los derechos de los jugadores.

¿Qué alternativas pueden barajar las autoridades futbolísticas?

La complejidad a la que se enfrentan los organismos futbolísticos es máxima a la par que inédita, pues deberán prever medidas para todos los potenciales escenarios posibles, entre otros:

i.       Que las competiciones se reanuden y terminen antes de que den inicio las de la temporada que viene (mejor escenario posible);

ii.      Que las competiciones se reanuden pero que no haya tiempo para que finalicen antes del inicio de la temporada que viene;

iii.     Que las competiciones se reanuden, pero tengan que volver a suspenderse por un nuevo brote del virus y no se puedan completar;

iv.     Que las competiciones finalmente no puedan reanudarse.

A nuestro juicio, en todos esos supuestos las principales alternativas que pueden barajarse respecto a los contratos y los periodos de inscripción son cuatro, y todas ellas deberían poder adaptarse de forma rápida y flexible en atención al desarrollo de los acontecimientos:

–        Mantener los vigentes periodos de inscripción: esta opción permitiría a los jugadores libres firmar por un nuevo club, respetando así sus derechos laborales, pero al estar todavía disputándose la temporada se pondría en peligro la integridad de la competición. La alternativa más lógica aquí sería dejar inscribirles, pero no participar con sus nuevos equipos en los partidos que resten de la temporada.

–        Disminuir la duración de la ventana de fichajes de verano y posponer su apertura: esta opción, por el contrario, salvaguardaría la integridad de la competición, pero podría socavar los derechos de los futbolistas, sobre todo si se pospone demasiado en el tiempo o finalmente no se da el mejor escenario posible descrito arriba.

–        Renovaciones de contrato limitadas: que se permita a clubes y jugadores renovar los contratos sólo hasta que finalice la vigente temporada deportiva. Esta opción, seguramente la más razonable, no eliminaría el problema por completo si pensamos que puede haber casos en que tanto el club como el jugador decidan no renovar el contrato más allá del 30 de junio.

–        Obligar a los clubes y a los jugadores a prorrogar sus contratos hasta el final de la actual temporada: esta opción plantea evidentes problemas de legalidad, pues una parte no puede obligar a la otra a prorrogar un contrato en contra de su voluntad [6], y en modo alguno cabe aceptar que una institución tercera intervenga en los contratos laborales firmados entre clubes y jugadores, en los que no son parte, para extender de forma obligatoria su fecha de terminación.

Por otro lado, esta opción de prórroga forzosa plantea, entre otras muchas, la duda de si necesariamente debe ser en las mismas condiciones pactadas en el contrato [7] o si se podría abrir espacio para la negociación entre jugadores y clubes. Pensemos que la situación en la que un jugador firmó el contrato en su momento puede diferir mucho de la actual, en la que el éste, a la vista de la situación clasificatoria de su equipo, puede querer negociar ahora variables por clasificaciones europeas o por salvar la categoría que no negoció en un primer momento. 

Conclusión

Sin duda alguna vivimos tiempos convulsos. Esta es la particular guerra mundial de toda una generación, estamos ante momentos que serán recordados en los anales de la historia y que marcarán nuestras vidas, y ahora mismo la principal preocupación de todas las autoridades debe ser la de ganar esta batalla al virus, y garantizar la salud y el bienestar de toda la población.

Sin perjuicio de ello, también es nuestra responsabilidad velar por buscar cuanto antes soluciones a la actual crisis, y esta es sólo una de las múltiples cuestiones legales que deberán ser abordadas por los grupos de interés [8] en las próximas fechas y para las que, con total seguridad, no existe una solución perfecta sino probablemente la menos mala.

Por ello, desde nuestra humilde opinión la única respuesta pasará por exigir de absolutamente todos, abogados incluidos, altura de miras, solidaridad, responsabilidad y sacrificios (personales y económicos) para hacer frente al mayor reto al que nos hemos enfrentado juntos como sociedad y como orgullosos miembros de esta industria.

Mucho ánimo y fuerza para todos

Toni Roca y Xavi Fernández

[1] Accesible aquí: https://www.fifa.com/who-we-are/news/bureau-of-the-fifa-council-decisions-concerning-impact-of-covid-19

[2] https://es.uefa.com/insideuefa/news/newsid=2641076.html

[3] También recogido en el art. 14 del Convenio Colectivo AFE-LFP.

[4] Artículo 187.1 Reglamento General RFEF: “La temporada oficial se iniciará el día 1º de julio de cada año y concluirá el 30 de junio del siguiente”.

[5] 1 de julio en España.

[6] Tanto club como jugador podrían negarse a dicha prórroga forzosa.

[7] Es decir, una simple prórroga en el tiempo.

[8] FIFA, UEFA, FIFPRO, ECA, European Leagues, RFEF, LaLiga y AFE, entre otros.

Post publicado el 19 de marzo de 2020

Así defraudan CR7 y compañía

Así defraudan CR7 y compañía

Aunque las recientes filtraciones de Football Leaks han ocasionado un verdadero terremoto a nivel mundial – tanto por la identidad y el número de implicados como por el volumen supuestamente defraudado a la Hacienda española -, lo cierto es que lo desvelado no es nada nuevo, más bien al contrario: lleva haciéndose hace muchos años y no sólo por deportistas, sino también por artistas, toreros, profesionales de la televisión, etc.

En el caso concreto de los futbolistas, y excepción hecha de los rendimientos que puedan obtener procedentes de inversiones (como inmobiliarias o financieras), sus fuentes de ingreso son básicamente dos: (i) lo que les pagan sus respectivos clubes en concepto de salario, y (ii) los famosos “derechos de imagen”, o lo que es lo mismo, las cantidades que las marcas pagan a los futbolistas para poder utilizar su imagen en la promoción de sus productos.

El salario deja poco margen de maniobra para defraudar, pues con cada nómina los clubes empleadores ya retienen e ingresan a cuenta de los jugadores lo que corresponde en concepto de IRPF. La trampa siempre ha estado en los derechos de imagen, y a la hora de explotarlos la vía empleada por los futbolistas ha sido siempre la misma: cederlos a una empresa para que los explote en su nombre, lo cual es perfectamente legal.

¿Dónde radica el problema entonces?

Pues que la práctica totalidad de los jugadores han cedido sus derechos a sociedades de las que ellos (o sus familiares directos) eran los únicos socios, sin empleados, sin actividad de ningún tipo, cuyo domicilio social era el mismo que el del jugador, sin que la sociedad pagara nada al jugador por esa cesión de derechos y, en muchos casos, incluso sin que existiera un contrato previo de cesión de derechos entre el jugador y la sociedad.

Siendo consciente de la anterior realidad, Hacienda ha levantado en los últimos años múltiples inspecciones a futbolistas por considerar que estas sociedades son “instrumentales”, es decir, meras carcasas vacías cuyo único propósito es obtener una mejor tributación por las cantidades que perciben por sus derechos de imagen, y entiende que esos importes deben tributar en sede del IRPF al tipo máximo cercano al 50% en lugar de al 25% del Impuesto de Sociedades. Al final del día y simplificando mucho lo que Hacienda le está diciendo al futbolista es: “esta sociedad para mí no existe porque en realidad eres tú, entonces debes tributar los derechos de imagen como persona física y no como sociedad”.

Y la segunda vía por la que Hacienda está atacando estas estructuras es por el conocido como régimen de “operaciones vinculadas”, esto es, dado que jugador y sociedad están claramente vinculados (de hecho, son la misma persona), las operaciones que se celebren entre ambos deben ser a precio de mercado. Por poner un ejemplo: si Nike paga a la sociedad de Cristiano 20 millones de euros por patrocinarle, entonces la sociedad también debería pagar a Cristiano 20 millones de euros (por ser ese el precio real del mercado), y esa es la cantidad que Hacienda le acaba imputando al jugador en su IRPF, por lo que la estructura societaria creada inicialmente para tributar menos deviene inútil.

La anterior situación se agrava si estas estructuras están constituidas en paraísos fiscales, como parece ser el caso de CR7, igual que anteriormente hicieron Messi o Mascherano por poner sólo dos ejemplos recientes. En estos casos no cabe defender que estamos ante “ingeniería fiscal” dentro de las reglas que marca la ley, como sí ocurre con los dos casos anteriores. Si constituyes sociedades en paraísos fiscales la intención es sólo una y clara: evadir impuestos y que esos ingresos escapen al control de la Administración tributaria.

Como siempre en estos casos debemos ser prudentes antes de extraer conclusiones precipitadas y esperar a lo que determinen las inspecciones de Hacienda y, en última instancia, los Tribunales. Ahora bien, de ser ciertas las informaciones filtradas por Football Leaks el panorama que se le presenta al flamante nuevo balón de oro y a muchos de sus compañeros de profesión no es nada halagüeño, y no cabe descartar que les acaben imputando la comisión de un presunto delito fiscal, penado incluso con cárcel.

Lamentablemente la experiencia (y no sólo en el mundo del fútbol) nos demuestra que en la gran mayoría de casos los grandes defraudadores nunca ingresan en prisión, pues siempre llegan a acuerdos con la Fiscalía para evitarla mediante el pago de una fuerte multa. La triste realidad es que no hay ningún escarmiento para que los ricos dejen de defraudarnos a todos los demás, ya que siempre les saldrá a cuenta, incluso cuando les pillen.

Ojalá algún día veamos a un futbolista ingresando en prisión, sea del club que sea. Con un poco de suerte ese día empiezan a cambiar las cosas.

Toni Roca, Football Lawyer

Post publicado el 14 de diciembre de 2016

FC Barcelona, ¿Sociedad delictiva?

El pasado 3 de noviembre el juez de la Audiencia Nacional, José de la Mata, dictó auto en el que propuso que sean juzgados y se sienten en el banquillo de los acusados el jugador Neymar, sus padres, el expresidente del Santos brasileño (Odilio Rodrigues), los dos últimos presidentes del FC Barcelona (Sandro Rosell y Josep María Bartomeu), así como el propio club catalán y el Santos, todos ellos por la presunta comisión de varios delitos relacionados con el fichaje de Neymar por el Barça en 2013, en lo que ya se conoce como el caso “Neymar 2”.

Recordemos que en el caso “Neymar 1” la parte acusadora fue la Hacienda Pública española y el asunto se cerró el pasado mes de junio con un polémico pacto con la Fiscalía que supuso aceptar que el FC Barcelona cometió dos delitos fiscales y una multa de 5 millones de euros, pacto que fue refrendado hace escasos días por la Asamblea de socios compromisarios del club blaugrana.

El delito del que ahora se acusa al FC Barcelona es el de estafa impropia del artículo 251.3 del Código Penal, que tipifica como conducta delictiva el “otorgamiento en perjuicio de otro de un contrato simulado”; y en caso de que finalmente fuera considerado culpable, el FC Barcelona sería condenado a una multa económica de entre tres y cinco veces el valor de la cantidad defraudada, por lo que la contingencia a la que se enfrenta asciende a varias decenas de millones de euros.

El juez de la Mata considera que el FC Barcelona y el Santos simularon tres contratos y que éstos obedecían a una decisión “consciente y urdida para la comisión de la estafa” en perjuicio de DIS (el fondo brasileño propietario del 40% de los derechos del jugador), a saber: (i) un acuerdo para la celebración de un partido amistoso y gratuito entre ambos clubes, (ii) un convenio de colaboración de fútbol base y de reconocimiento del derecho preferencial de tres futbolistas del Santos (Gabigol, Giva y Andrade) a favor del Barça por valor de casi ocho millones de euros y (iii) un anexo al contrato de transferencia del jugador en el que se indicaba que, si por sentencia o laudo arbitral se estableciera que la cantidad que correspondía a DIS era superior a 6.840.000 €, ambas partes se obligaban a abonar el exceso por partes iguales.

Y entiende el juez, a nuestro juicio con buen criterio, que esos contratos fueron simulados (i) porque el partido amistoso no se ha llegado a celebrar nunca (y eso que han pasado tres años desde que se realizó el traspaso) en cuyo caso, y a pesar de ser el amistoso teóricamente gratuito, el FC Barcelona debía pagar al Santos como indemnización la desorbitada suma de 4.500.000 €, (ii) porque los derechos de esos tres futbolistas no se ejercieron por el Barça a pesar de que pagó los 8.000.000 €, y, por último, (iii) porque los contratantes ya evidenciaban en el momento de la firma que eran conscientes de que un tribunal podía considerar que el precio pactado por el fichaje (17 millones de euros) debía ser superior, máxime cuando ha quedado acreditado que el Real Madrid ofreció al Santos 36 millones por hacerse con el jugador.

Al hilo de lo anterior y de forma urgente, entendemos necesario realizar las siguientes reflexiones:

1.- En primer lugar, se demuestra lo decisivo que para todas las empresas, no sólo deportivas, resulta la adopción urgente de modelos de prevención de delitos que puedan operar como circunstancia eximente de la responsabilidad penal de las personas jurídicas (ex. art. 31 del Código Penal).

El propio juez así lo manifiesta cuando, al referirse al FC Barcelona y al Santos, afirma que son responsables del delito de estafa por cuanto “los hechos descritos fueron realizados por sus representantes legales, en su provecho y sin que además conste (de hecho lo acreditado es la situación contraria) que se hubieran adoptado por el órgano de administración de cada una de las entidades deportivas mecanismos o modelos de organización y control para prevenir delitos de esta naturaleza

2.- Si finalmente el FC Barcelona resultase condenado, o si llega a un nuevo acuerdo con la Fiscalía por el que reconozca la comisión del delito a cambio de una rebaja en la sanción, pasará a ostentar el dudoso honor de convertirse en la persona jurídica española (y seguramente en el club europeo) que más veces habrá sido condenada en vía penal – hasta por tres veces, dos delitos fiscales y uno de estafa -, todo ello en menos de un año.

Y si bien los éxitos cosechados en el terreno de juego desvían el foco de atención de estos asuntos extradeportivos, ello no debería ocultar que nos hallamos ante un hecho preocupante, vergonzoso y de enorme impacto para la reputación de una entidad como el Barça, que es referente y debiera ser ejemplo en todo el mundo.

3.- Por último, adicionalmente al requisito de participación impuesto por la LFP este mismo año, por el que todos los clubes deben contar con un plan de prevención de delitos, debería exigirse uno nuevo: que todos los clubes aporten un certificado de antecedentes penales y que aquellos que no lo tengan impoluto no sean autorizados a participar en la competición durante un plazo razonable.

De la misma manera que a los abogados no se nos deja ejercer nuestra profesión si tenemos antecedentes penales, o a una empresa no se le permite contratar con la Administración pública si no está al corriente de sus obligaciones con Hacienda o Seguridad Social, no debería permitirse a los clubes de fútbol participar en competiciones deportivas si son condenados en firme por la comisión de delitos. Antes de vender en el extranjero que nuestra Liga es la mejor del mundo deberíamos dar ejemplo y empezar por barrer nuestra propia casa.

Toni Roca, Football Lawyer

Post publicado el 10 de noviembre de 2016

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