Mucho se está hablando estos días de la polémica decisión adoptada el pasado lunes por LaLiga, junto con la RFEF y el CSD, por la que se acordó que se disputara la última jornada en Segunda División, a excepción del Deportivo – Fuenlabrada, partido clave tanto para el “Play-off” de ascenso a Primera División como para el descenso a Segunda B, por los motivos que ya todos conocemos.
A mi juicio la decisión no es que haya sido la menos mala, sino que claramente ha sido la peor decisión que podía adoptarse de entre los tres escenarios posibles, a saber:
- Que se hubiera ordenado disputar la jornada en su totalidad, incluido el Depor – Fuenlabrada;
- Que se suspendiera la jornada entera;
- O, finalmente, la decisión que se adoptó de que se jugara todo menos el partido afectado.
Y para adoptar esa trascendental decisión, los responsables deberían haber analizado y sobre todo, priorizado, entre los bienes jurídicos a proteger, que a mi entender son también tres:
- La salud de los jugadores y de los restantes integrantes de la expedición del Deportivo y el Fuenlabrada;
- La integridad de la competición;
- Y, por último, el impacto económico que suponía cancelar la jornada a pocas horas de disputarse.
A nadie escapa que el bien jurídico supremo que había que proteger era la salud de todos los deportistas, por lo que en principio el primero de los tres escenarios estaba descartado.
¿O no? Porque otra opción podría haber sido obligar al Fuenlabrada a jugar sin los contagiados (como han hecho otros equipos apartando a los futbolistas que tenían síntomas), lo cual hubiera sido una grave irresponsabilidad por parte de LaLiga atendiendo a que el sábado el Fuenlabrada tenía un contagiado, el domingo cuatro y el lunes siete, por lo que muy fácilmente podría haber más contagiados entre la expedición que aún no hubieran manifestado síntomas, y su participación hubiera puesto en serio peligro la salud de muchos. Por lo tanto, convendremos todos en que la primera opción no era tal.
Salvaguardada la salud de todos los participantes, nos quedan dos bienes jurídicos a proteger: la integridad de la competición o sus aspectos económicos/logísticos. Y a nadie escapa cuál de los dos ha primado en la decisión de LaLiga, a mi entender de forma completamente errónea.
¿Por qué? Porque la integridad de la competición es el bien supremo de cualquier deporte, sin excepción, y su preservación debería estar por encima de cualquier otro tipo de consideración (excepción hecha de la vida de las personas), intereses económicos incluidos.
Cuando hablamos de la integridad de la competición no lo hacemos en referencia a un principio etéreo o meramente inspirador, sino que tiene su propio reflejo normativo. Más concretamente en la Circular nº 93 de la RFEF del pasado 6 de julio (no hace ni 20 días), cuando la Federación acuerda que las dos últimas jornadas de liga en Primera y Segunda División se celebren a la misma hora, decisión éste que se toma por un único motivo: que todos los equipos compitan en igualdad de condiciones y al mismo tiempo.
Lamentablemente corren malos tiempos para la integridad de la competición, por lo que no sorprende que el lunes le asestaran el golpe definitivo. Decisiones como cambios en las reglas de juego, en los calendarios, play-offs inventados, etc., no hacían presagiar que la integridad fuera a ser tenida ahora en cuenta.
Eso sí, cuando nos tocan la vertiente económica de la integridad de la competición, que también existe (se llama Fair Play financiero), ahí sí que LaLiga es la primera en salir a denunciar la injusticia que supone que otros equipos compitan en desigualdad de condiciones… Pero ya se sabe que, en casa de herrero, cuchara de palo.
Es evidente que la decisión de suspender la jornada no sólo era la mejor, es que era la única que podía adoptarse para que la integridad no se viera comprometida, y además contaba con el respaldo de todos los afectados. ¿Por qué no se les hizo caso entonces?
En el otro lado de la balanza teníamos el coste económico/logístico que suponía suspender la jornada horas antes de su disputa, argumento a mi entender insostenible. El impacto económico de posponer una jornada unos días es mínimo, sobre todo si lo ponemos en comparación con los millones de euros que puede suponer estar en Primera División para el Elche, o no bajar a Segunda para el Deportivo.
Hablamos de unos pocos miles de euros por unos desplazamientos de avión o una noche de hotel cancelada, eso es todo, porque los derechos de televisión no se ven afectados lo más mínimo por el hecho de que la jornada se dispute hoy o el miércoles que viene (cuestión distinta es que se cancelara la jornada, que no es el caso).
En última instancia, ¿se les dio la oportunidad a los implicados de elegir entre jugar y ahorrarse unos eurillos, o incurrir en esos costes adicionales, pero poder competir en igualdad de condiciones? Creo que todos sabemos lo que la totalidad de clubes hubiera elegido ante tal disyuntiva.
Lo cierto es que, si se hubiera primado la defensa de la integridad y se hubiera suspendido la jornada entera , nada de todo lo que hemos vivido en las últimas horas hubiera pasado. Los clubes sólo tendrían que esperar una semana-diez días para poder jugar todos a la vez (el 30 de julio), y nadie se hubiese quejado por ello, ni jugadores ni clubes. Los clasificados para el play-off de ascenso conocerían a sus rivales a la vez, podrían preparar los partidos en igualdad de condiciones y los descendidos hubieran aceptado su rol sin queja alguna.
En cambio, ahora tenemos una decisión que perjudica directamente a cuatro equipos y no beneficia a nadie, y que acabará con múltiples denuncias ante Comité de Competición (el cual ya ha abierto expediente disciplinario ante las múltiples denuncias recibidas) y los juzgados (por no hablar de la derivada de la fiscalía en Coruña).
El Deportivo y el Numancia descienden, el Elche no puede celebrar su clasificación para el play-off porque depende del Fuenlabrada, y éste último jugará contra un Deportivo descendido con más ganas de venganza que de jugar el propio partido (si es que finalmente no cumple su amenaza de no presentarse al mismo). Claramente el más perjudicado en toda esta historia es el Elche, cuyos jugadores además tienen que seguir entrenando sine die sin saber si ni tan siquiera van a poder disputar el play-off.
Pero es que la decisión de LaLiga no sólo ha dañado la integridad de la competición ahora, sino también a futuro, pues el Real Zaragoza puede preparar con más tiempo sus partidos de play-off que el Elche o el Fuenlabrada, otra eliminatoria que no se jugará en igualdad de condiciones. Un completo despropósito.
Por si no fuera suficiente, se abre un nuevo interrogante: ¿qué pasa si los positivos en el Fuenlabrada (Dios no lo quiera) siguen aumentando y el día 30 tampoco se puede jugar el partido? ¿Qué hacemos en ese caso?
Supuestamente uno de los motivos por los que se jugó LaLiga cada tres días era para poder tener unas fechas de margen en caso de imprevisto. Y si esto no es un imprevisto suficiente como para suspender la jornada entera y ganar una semana de tiempo, ¿qué tipo de imprevistos contemplaba La Liga?
En resumidas cuentas: ¿de verdad la decisión que se tomó era la menos mala? ¿no hubiera sido más sensato escuchar a todos los clubes implicados, suspender toda la jornada y esperar dos días, cuatro, diez, los que hicieran falta, para jugar todos juntos?
Eso hubiera sido lo normal si alguien hubiera tenido en cuenta el algún momento a mi pobre amiga la integridad de la competición… Tiempos oscuros los que le ha tocado vivir.
Toni Roca
Football Lawyer